El Acuerdo de París es frecuentemente mencionado como una pieza clave en la lucha contra el cambio climático, pero ¿qué lo hace tan relevante? ¿Y qué implica que la administración Trump haya decidido, una vez más, empezar el proceso de retirar a Estados Unidos del acuerdo el 20 de enero de 2025? Cabe recordar que, en 2016, durante su primer mandato, el presidente Trump también tomó la misma decisión de desvincular al país de este compromiso global.
En ese entonces la medida fue anunciada en junio de 2017, pero debido a las reglas de la ONU esa decisión solo entró en efecto el 20 de noviembre de 2020. “Si bien la primera retirada duró sólo cuatro meses, esta segunda retirada podría extenderse durante casi tres años, debilitando gravemente la confianza internacional en EE. UU. como aliado confiable y líder en cuestiones climáticas”, explicó a Yale Climate Connections Frances Colón, investigadora principal, del Equipo de Clima Internacional para Progreso Americano, un instituto de política independiente.
¿Qué es el Acuerdo de París?
El Acuerdo de París, adoptado el 12 de diciembre de 2015 durante la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP21), reúne a 195 países en un esfuerzo conjunto para limitar el aumento de la temperatura global por debajo de 2 °C (3.6 °F) respecto a los niveles preindustriales, con la aspiración de no superar los 1.5 °C (2.7 °F). Este objetivo busca mitigar los efectos adversos del cambio climático, como eventos climáticos extremos y el aumento del nivel del mar.
Cada país establece sus propias metas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, adaptadas a sus circunstancias nacionales. Estos compromisos se revisan y actualizan periódicamente para reflejar un nivel creciente de ambición en la lucha contra el cambio climático.
Razones de la administración Trump para retirarse del acuerdo
La Administración Trump justificó su salida del Acuerdo de París argumentando que este tipo de acuerdos internacionales imponían cargas económicas y regulatorias injustas a EE. UU., perjudicando su economía y limitando la competitividad del sector privado.
Según la orden ejecutiva, Estados Unidos había logrado simultáneamente un crecimiento económico y una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero mediante políticas nacionales que no obstaculizaban la actividad económica. La Administración defendió que estos logros debían ser un modelo para otros países, enfatizando que las políticas climáticas internacionales no deberían canalizar fondos de los contribuyentes estadounidenses hacia países que no los requerían o merecían. En este marco, la retirada fue presentada como una medida para proteger los intereses económicos nacionales, fomentar la prosperidad y mantener el liderazgo ambiental desde un enfoque independiente.
Impacto global de la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París
Gabriel Filippelli, profesor principal del departamento de ciencias de la Tierra y el medio ambiente de la Universidad de Indiana en Indianápolis y director ejecutivo del Instituto de resiliencia ambiental de la misma universidad, explicó a YCC cómo la salida de EE. UU. afecta los esfuerzos globales para mitigar el cambio climático, particularmente en términos de cooperación internacional. “Afecta de dos maneras. Primero, junto con el Acuerdo de París, existe financiamiento destinado a los países de menores ingresos para desarrollar infraestructura resiliente al clima y de energías renovables, y con la salida de EE. UU., estos compromisos financieros también se retiran. Segundo, resulta simplemente desalentador que un país tan grande se retire de un acuerdo casi global”.
Frances Colón resaltó las implicaciones globales y estratégicas de una retirada prolongada del Acuerdo de París, subrayando los riesgos para el liderazgo de EE. UU. en la economía de energía limpia. “Una retirada de tres años también permite que otras naciones cuestionen sus compromisos, debilita el impulso global y crea un vacío que rivales como China pueden aprovechar para afirmar su liderazgo en la economía de energía limpia. EE. UU. no puede permitirse el lujo de quedarse al margen de este esfuerzo global crítico: daña no solo al planeta sino también a los intereses económicos y geopolíticos de largo plazo de EE. UU.”.
Riesgos para las legislaciones clave de resiliencia climática
Refiriéndose a las implicaciones de la salida del Acuerdo de París por parte de uno de los mayores emisores de carbono del mundo, Filippelli explicó que la orden ejecutiva pone en riesgo los compromisos financieros de dos legislaciones clave en la resiliencia climática. “Probablemente, no sean significativas a nivel doméstico, pero lo que resulta preocupante es la orden ejecutiva para revisar todos los compromisos financieros relacionados con el Bipartisan Infrastructure Bill y el Inflation Reduction Act. Ambos representan compromisos financieros clave para hacer que EE. UU. sea más resiliente al clima, y ahora están en peligro”.
La importancia de los esfuerzos subnacionales
Colón aportó su perspectiva sobre el panorama climático en ausencia de liderazgo federal. l. “”A pesar de la falta de liderazgo federal, la NDC o Contribución Determinada a Nivel Nacional de EE. UU. para 2035 sigue siendo alcanzable, aunque no será fácil, si los actores subnacionales (estados, ciudades y corporaciones) continúan de manera decisiva con sus proyectos de energía limpia y reducción de emisiones“”.
Consecuencias de la falta de apoyo federal
Colón destacó que los esfuerzos subnacionales han sido esenciales en el pasado y lo serán nuevamente, pero advirtió sobre las consecuencias de la falta de apoyo federal en el largo plazo. “Estos esfuerzos fueron fundamentales para mantener el progreso durante el primer mandato de Trump y volverán a ser vitales. Sin embargo, la ausencia prolongada de apoyo federal significa que se perderán oportunidades críticas para la aceleración. La reversión por parte de Trump de regulaciones climáticas clave, como los estándares de metano y las reglas de eficiencia de los vehículos, junto con un aumento en el desarrollo de combustibles fósiles, corre el riesgo de aumentar los niveles de emisiones de GEI entre un 24% y un 36% más en comparación con la política actual para 2035”.
La acción climática desde el ámbito local y estatal
Filippelli también enfatizó la importancia de fortalecer las estrategias estatales y locales para enfrentar los desafíos climáticos en ausencia de apoyo federal. “Tendremos que trabajar de manera muy estratégica con líderes locales y estatales para garantizar que los esfuerzos en acción climática sigan siendo valorados. También tendremos que explorar otras organizaciones y fundaciones que quieran financiar la acción climática, ahora que el apoyo federal a este tipo de iniciativas será menor”.