En el pueblo de Morovis, en el centro de la isla grande de Puerto Rico, se encuentra la reserva natural Las Cabachuelas, un laberinto verde de aproximadamente 1,950 acres. Este lugar, conocido por sus numerosas cuevas, guarda historias precolombinas, arte rupestre y petroglifos, plantas estudiadas por paleobotánicas, fauna única en el Caribe y otras tantas historias de cómo fue la vida en Puerto Rico antes de su colonización española y subsecuente industrialización.
Esas historias pueden ser escuchadas en uno de tantos recorridos que ofrece el Proyecto Cabachuelas de la Cooperativa de Trabajo Cabachuelas, una cooperativa de base comunitaria cofundada por residentes del pueblo de Morovis en el 2018 para proteger y gestionar los terrenos donde se halla la reserva natural. Hoy, la cooperativa, se ha posicionado como un modelo alternativo y efectivo que aporta a la conservación del entorno natural y al desarrollo económico sustentable de la zona de la montaña.
Las Cabachuelas son un área de alto valor ecológico con gran cantidad de árboles que ayudan a secuestrar carbono dióxido y preservar la biodiversidad de la isla. Como muchas en el Caribe, quiso utilizarse para fines comerciales y hoteleros. Hoy, continúa siendo un espacio verde para el disfrute de generaciones presentes y futuras, a la vez que sirve de espacio de ecoturismo que sostiene a ocho personas empleadas por el Proyecto Cabachuelas y la cooperativa. Estas, además, contribuyen a que residentes y visitantes de Puerto Rico conozcan el patrimonio natural y cultural de nuestras islas. No solo lo hacen a través de sus ecotours, sino también a través de distintos trabajos de desarrollo social y servicio.
Desde el 2019, gestionan un simposio que ha sido un espacio que ha servido para visibilizar tales impactos positivos en la conservación del ambiente. En noviembre de 2024, pude visitar la sexta edición de este simposio que ha logrado oportunidades en pro del bienestar ambiental de la Reserva Natural Las Cabachuelas y del bienestar social de Morovis.
Aquella mañana del 18 de noviembre, iba conduciendo hacia Morovis. Poco a poco notaba más de cerca a los mogotes con sus distintivos relieves de piedra caliza, abrazados por vainas y diversas plantas. Iba ya adentrándome al denso verde oscuro de ese colectivo de montes de piedra caliza—que componen la zona cársica de Puerto Rico,…
Aún se podían notar desde la zona urbana de Morovis. Era el 18 de noviembre de 2024 y se comenzaban a sentirse algo los aires navideños, el friíto distintivo de la montaña puertorriqueña que se espera con ansias, dado a las crecientes temperaturas que sufren Puerto Rico y las otras islas del Caribe. Me estacioné cerca de su plaza para ir al anfiteatro Oscar Rodríguez, donde se llevaría a cabo el “Sexto Simposio: Cabachuelas, Ecoturismo y Arqueología”.
En esa sala había sobre setenta personas, entre ellas residentes de los barrios que componen la reserva, estudiantes, docentes, investigadoras y otras tantas personas interesadas en conocer sobre los trabajos que se realizan en colaboración con la cooperativa. “Este simposio es una oportunidad única para conectar, fortalecer la acción colectiva y seguir promoviendo la participación comunitaria como herramienta clave para construir un futuro sostenible, solidario y sin opresiones para nuestro archipiélago”, dijo José M. Santos Valderrama, presidente de la junta de directores de la cooperativa
“Les invitamos a utilizar esta actividad para unir esfuerzos, compartir conocimientos y reafirmar la necesidad de trabajar juntos para proteger los sistemas naturales, abogar por el respeto a las políticas públicas ambientales, defender la permanencia de nuestras comunidades y promover los legados históricos que definen nuestra identidad y nuestro futuro”, continuó Santos Valderrama.
Cabe destacar que los trabajos que hace el Proyecto Cabachuelas, como otros en Puerto Rico y en diversos lugares, reflejan lo exitoso que puede ser cuando grupos de base comunitaria gestionan y conservan áreas naturales en acuerdo con el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, el departamento ejecutivo del gobierno de Puerto Rico encargado de proteger, conservar y manejar los recursos naturales.
Muchas veces, para conservar un espacio, se obvian a las personas que lo habitan o dependen de él. Actualmente, el acuerdo colaborativo que mantienen con la entidad gubernamental ha logrado insertar a los residentes de Morovis en la protección y revitalización de Las Cabachuelas; a validar y respetar la injerencia que tienen las personas sobre el entorno natural en donde viven.
Santos Valderrama enfatizó en que insertar a las personas de los barrios donde se encuentra la reserva y de otros lugares de Morovis ha sido clave en el proceso de conservación. Además, Las Cabachuelas, “tiene una importancia vital para la producción de oxígeno, secuestro de carbono, control de temperaturas y protección de biodiversidad nativa y aguas subterráneas que garantizan calidad de vida a las comunidades”, explicó. La cooperativa ha logrado proyectos ecoturísticos, educativos y de desarrollo social que han impactado positivamente al municipio, desarrollando empleos para residentes y conciencia acerca de la sostenibilidad. Ello representa un ejemplo para otros lugares que buscan lograr un equilibrio entre conservación y gestión económica.
En el simposio se compartieron los diversos trabajos que han obrado con distintas comunidades y organizaciones. Por ejemplo, en colaboración con la Universidad de Puerto Rico en Arecibo y el profesor Ángel Acosta Colón, se han estudiado las cuevas de la reserva utilizando radares potentes que han repercutido en programas de realidad virtual y de impresión tridimensional que ha permitido que personas con retos de movilidad o ciegas puedan disfrutar de este recurso natural protegido.
Allí, además, se celebró la memoria del moroveño Roberto Martínez Torres, quien falleció en el 2024 y cuyo trabajo arqueológico subrayó el valor histórico y natural de esa zona. El profesor Reniel Rodríguez de la Universidad de Puerto Rico en el recinto de Utuado, también arqueólogo, hizo hincapié en el amor y el sentido de pertenencia que tenía y expresaba Martínez Torres hacia su pueblo y hacia Las Cabachuelas. Aunque “carso”, “mogotes”, “cuevas”, “conservación”, “educación”, entre otras palabras relacionadas, serían protagonistas en las presentaciones, todas ellas y otras más estarían acompañadas por la palabra “comunidad”, reflejando así además ese amor y sentido de pertenencia necesarios para crear un vínculo con el entorno.
Para lograr eso, me comentaba Santos Valderrama, era la importancia de integrar la mayor cantidad de personas de Morovis y de Puerto Rico posibles en los procesos de manejo y conservación de las áreas naturales. “Antes había vertederos clandestinos [en Las Cabachuelas]. Químicos que contaminaban, la alcantarilla desembocaba en la reserva”, dijo él. “Eso ha disminuido significativamente. Hay un mayor sentido de pertenencia, de conciencia hacia cuidar el entorno y de entender cómo mis acciones afectan a los demás, a mi vecino de carne y hueso y a la reserva”. Ellos ofrecen diversas guías ecoturísticas y trabajan distintos proyectos de alcance en los barrios de Morovis, en las escuelas y con otras organizaciones.

El organizarse como cooperativa, como expresaba Myriam Rivera en un reportaje publicado cerca de la fecha del simposio, les ha permitido generar ingresos que sustentan la organización y sus empleados, a la vez que les permiten expandir sus actividades de alcance y conservación.
Además, les ha permitido tener un proceso de toma de decisiones horizontal y participativo que refleja el compromiso comunitario que tiene. José Santos Valderrama me decía que aun dentro de los retos y las vicisitudes por la falta de un apoyo estructural e institucional y algunas limitaciones económicas, han…
El simposio culminó con un llamado para continuar estrechando lazos de amistad y colaboración para continuar visibilizando que es posible hacer esfuerzos de conservación que propendan beneficios económicos y sociales dentro del contexto del cambio climático. “Hay gente que ya está haciendo esto que estamos haciendo aquí”, explicó Valderrama. “A partir de ahí, a partir de que el poder, aunque suene clichoso para mucha gente, pero el poder está en nosotros, en las comunidades. Pero sin renunciar a la necesidad de que existan instituciones que respeten esta gestión, que apoyen esta gestión”. Él subrayó que existen contradicciones y complejidades en el trabajo que hacen, como en cualquier otro que a veces genere tensiones con la administración gubernamental (y sobre esto expandió en una reciente entrevista con Bianca Graulau).
Al final, Santos Valderrama me comentó que es importante “[construir] desde el saber y las propias experiencias capacidades que tiene la gente, (…) de ahí seguir trabajando y abogando por esos futuros posibles”.
Me fui de ese laberinto verde con ganas de regresar para explorar Las Cabachuelas y pensando en que lo que aprendí y vi durante este simposio es un ejemplo de lo posible en nuestras islas. Y, teniendo presente que, como dijo Valderrama que no debemos renunciar a la posibilidad de “vivir en un país próspero, solidario, sostenible, entendiendo que debe haber un balance entre la economía y la ecología”.